La historia de Paparulo
A veces, las mejores cosas nacen sin planearse.
Nuestra marca se llama Paparulo por un episodio muy simple y familiar: un día, al volcar un vaso de agua sobre la mesa por accidente, delante de nuestros hijos, en lugar de decir una mala palabra, salió un espontáneo “¡Qué paparulo!”.
Lo que en ese momento fue una ocurrencia graciosa, terminó convirtiéndose en algo mucho más grande. Sin pensarlo, nos regaló un nombre único, cargado de ternura y de historia familiar.
Hoy, Paparulo es como un hijo más para nosotros. Es el reflejo de todo lo que construimos con esfuerzo, dedicación y mucho amor. Un proyecto que empezó en el garaje de casa y que hoy llega a hogares de todo el país en forma de muebles lindos que te hacen sentir en casa.
Si algo nos enseña esta historia es que de lo simple y cotidiano pueden nacer cosas maravillosas. Y Paparulo es prueba de eso.